Los cultivos de hoja de coca, materia prima para la fabricación de la cocaína, experimentaron en Perú el crecimiento anual más grande de su historia con 7.122 nuevas hectáreas, hasta alcanzar una superficie cocalera total de 61.777 hectáreas, lo que roza el pico máximo registrado hace diez años.
Según los datos del informe anual de cultivos hoja de coca de 2020, anticipados ayer por la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), la superficie cocalera de Perú creció un 13 por ciento respecto a 2019, cuando registraba 54.655 hectáreas.
En total son 7.122 hectáreas nuevas de cocales, la cantidad más grande jamás registrada en un sólo año, lo que dispara el espacio cocalero hasta el segundo valor más alto de su historia, muy cerca de su pico máximo histórico alcanzado en 2011, cuando se contabilizaron 62.500 hectáreas.
Desde 2015, cuando Perú registró la menor superficie cocalera de la última década al presentar unas 40.300 hectáreas, los cultivos de este arbusto se han incrementado en un 53 por ciento, en una expansión constante cuyo promedio anual es del 10,6 por ciento.
Esto supone que prácticamente una de cada cuatro hectáreas de hoja de coca cultivadas en la región andina se encuentran en Perú, que se consolida como el segundo productor mundial de cocaína por detrás de Colombia, cuya superficie cocalera es de 143 mil hectáreas, y por delante de Bolivia, con 29.400 hectáreas.
Aproximadamente, el 85 por ciento del espacio cocalero de Perú va destinado al narcotráfico para la fabricación de cocaína en sus diferentes formas, pues hay unas 9 mil hectáreas que se destinan al consumo tradicional de hoja de coca, como es el mascado, y para la elaboración de productos legales como mates, caramelos y harinas.
El histórico incremento de la superficie cocalera de Perú se produjo en coincidencia con los confinamientos decretados por la pandemia de Covid-19, que redujeron ostensiblemente los operativos de erradicación de cultivos ilícitos.
En 2020, apenas fueron erradicadas unas 6.200 hectáreas, lejos de los récords de erradicación alcanzados en años anteriores, cuando se superaban las 25 mil hectáreas anuales, mientras que desde el inicio de 2021 sólo se han erradicado 1.150 hectáreas.
A cambio, las incautaciones de cocaína registrarán este 2021 su récord histórico, ya que desde el inicio del año se han decomisado casi 62 toneladas, lo que supera los registros de 2020.
Ante este escenario, el Gobierno del presidente Pedro Castillo se muestra contrario a los operativos de erradicación de cultivos, y tanto él como su ministro del Interior, Luis Barrenzuela, participaron en la reciente convención nacional de cocaleros, donde se demandó la legalización de los cultivos.
EL VRAEN ES EL PRINCIPAL PRODUCTOR
Cerca de la mitad (45 por ciento) de los cultivos de hoja de coca que se cultivan en Perú se producen en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), donde hay casi 28 mil hectáreas.
En esta extensa zona de selva agreste y montañosa en la vertiente oriental de los Andes, los “narcos” operan resguardados por el último remanente de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, que se financia con el dinero de la droga.
Al Vraem le sigue con 7.705 hectáreas de cocales la zona de Inambari y Tambopata, en la frontera con Brasil y Bolivia, donde esta semana los agricultores de hoja de coca han bloqueado la carretera interoceánica para protestar contra la erradicación de cultivos en la provincia de Carabaya, de la región de Puno.
Los Tiempos